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jueves, 15 de noviembre de 2012

Películas de culto; "Salvad al tigre" de John G. Avildsen


El cine norteamericano de los años 70 se vuelve oscuro y turbio de la noche a la mañana. Con las últimas producciones de la década anterior ("Bonnie And Clyde", "¿Quién teme a Virginia Woolf?", "El graduado"...), el cine de Hollywood toma otros derroteros, y es en la década de los setenta cuando un nuevo cine ocupa todas las pantallas ofreciendo al público una realidad muy alejada a la realidad que Hollywood siempre quiso vender a los norteamericanos; ansiedad, frustración, miedo, corrupción, sexo, violencia, desconfianza... son los temas principales de una serie de filmes que dinamitaron desde dentro el sistema de Estudios y sirvieron como plataforma para que una serie de nuevos directores con mucho que decir (Coppola, Spielberg, Scorsese, Friedkin, Bogdanovich, Ashby...), tomaran el control y realizasen una serie de filmes muy interesantes, algunos verdaderas obras maestras y otros, clásicos de culto y curiosos experimentos narrativos que a día de hoy siguen sorprendiendo por su osadía y valentía.


"Salvad al trigre" de John G. Avildsen (el director de "Rocky"), es un excelente ejemplo de ello y es un film muy desconocido que merece un nuevo visionado para descubrir todas sus virtudes y la enorme complejidad que pervive en su historia.

Protagonizada por Jack Lemmon, el film ganó el Oscar al mejor actor protagonista (segundo Oscar para Lemmon, primero a mejor actor principal), y fue nominado en las categorías de Mejor Actor Secundario (Enorme interpretación de Jack Gilford), y al excelente guión de Steve Shagan.

Narra la historia de Harry Stoner, un hombre de mediana edad, veterano de La Segunda Guerra Mundial, que está atravesando una crisis de identidad bastante grave y cuyos cimientos personales se verán gravemente amenazados en el día y medio en el cual transcurre la historia.


Efectivamente el tiempo narrativo es lo primero que nos llama la atención en esta historia; tan solo un día y medio, y es por ello que toda la acción dramática está bastante concentrada y ofrece una curiosa muestra cinematográfica para conocer, de primera mano, la realidad diaria de un personaje que en otro tipo de filme sólo hubiese tenido pinceladas anecdóticas y temáticas más cercanas al rol de un personaje secundario al uso.

Como ejemplo de lo anterior la secuencia que abre la película; veinte minutos en el dormitorio del personaje que interpreta Jack Lemmon donde le vemos levantarse de la cama, ducharse, hablar con su mujer, desayunar, ver la televisión... veinte minutos que se nos pueden antojar anodinos y aburridos a menos que sepamos leer entre líneas y captemos la verdadera grandeza de todo lo que en estos minutos nos cuenta la película; En primer lugar nos presenta de manera magnífica al personaje protagonista, luego desarrolla los temas importantes del filme de manera sutil y por último escenifica de manera perfecta (en fondo y forma) la grave inestabilidad mental del personaje principal.



A continuación se desarrolla el segundo acto de la película y es aquí donde podemos observar la otra realidad del personaje; su trabajo, sus relaciones de amistad... y donde se nos muestra (también muy importante en la trama) otra cara de la ciudad de Los Ángeles.

Recalco la idea de "la otra cara de la ciudad de Los Ángeles", porque la película se explaya en mostrar ambientes y tipos de dureza extrema (me atrevería a decir que este filme es el hermano mayor de "Un día de furia"), y el personaje atraviesa los diversos espacios que componen el filme (y por ende los demás personajes), con una presión que se siente y se palpa en cada uno de los encuadres realizados por el director.



Harry Stoner es un personaje que debe sobrevivir en un mundo que no ofrece segundas oportunidades y es por ello que, aunque parezca lo contrario, el personaje es bastante activo en la trama (toma muchas decisiones a contrareloj), y demuestra una doble moral bastante acusada en ciertos momentos de la trama, doble moral que el cine norteamericano hasta ese momento había ocultado en la inmensa mayoría de sus películas y que ahora era capaz de mostrar en filmes como el que nos ocupa.

El contrapunto de Harry es su contable, un hombre de ideas nobles y legales, inquebrantable en su sentido de la lealtad y el deber, que se verá también inmerso en asuntos extraños y turbios y cuyo instinto de supervivencia también se pondrá a prueba.

Los diálogos que se establecen entre los dos personajes son de una grandeza dramática y verbal inusitada, ya que en realidad los dos personajes podrían ser el mismo hombre, sólo que uno de ellos hace mucho que se dió por vencido (Lemmon) y el otro aún tiene esperanzas (Gilford). Esta ambivalencia produce en la acción dramática momentos brillantes de una verdad memorable.



Al final del día, cuando todo parece perdido, Harry volverá a sentir algo de aquello que dejó atrás, y es que la película y el objetivo del personaje, no es otro que el de recuperar "cierto tiempo perdido", aquel espacio entre nuestros recuerdos y nuestros sueños donde una vez fuimos felices y todo era más fácil.

La penúltima secuencia de la película (quizás Lemmon no ha estado tan tremendo y genial jamás...), se produce en una casa al lado de la playa. Harry hace el amor con una joven que sólo piensa en el hoy, una joven que representa lo que Harry dejó de ser, lo que Harry admira tanto... y llevado a la triste realidad de pronto, sabiendo ya que el tiempo pasado nunca volverá.... Harry decide empezar de nuevo y para ello no tiene más remedio que olvidar, en parte, quien es.



Si he contado el final del filme es porque no importa; hay que verlo, sentirlo... de hecho sabemos a los veinte minutos de película cual será el final de la misma, pero aún así no podemos ni imaginar la increíble sesión de profundidad interpretativa que Lemmon ofrecerá en los últimos minutos, y la enorme sesión de reflexión que Avildsen nos ha regalado en un filme que parece no tratar de nada... y encierra dentro de si, no pocos temas importantes, vitales, necesarios... reales.

"Salvad al trigre" es una de las mejores películas norteamericanas de los años 70. A día de hoy (sólo que tamizada por un "intelectualismo de salón y de aburrida progresía..."), se sigue copiando en mucho de los filmes que vemos a diario.

Lo mejor de "Salvad al tigre" es que en 90 minutos cuenta una vida entera. No es tarea fácil. Y los que tratamos de hacer lo mismo lo sabemos.

MI NOTA: 8

LO MEJOR: Jack Lemmon. Quizás la mejor interpretación de su larga y soberbia carrera. Jack Gilford; un enorme secundario de los de toda la vida dando una lección maestra de interpretación cinematográfica.

LO PEOR: Que sus primeros veinte minutos minen tu paciencia y te hagan pensar que estás ante una película que no trata de nada.

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